Sangre artificial, solución nipona para el suministro global de transfusiones # Salud
Sangre producida artificialmente in vitro. Así de sencilla suena la fórmula que propone una empresa nipona
cuyo revolucionario proyecto busca paliar la escasez de los bancos de donantes de sangre, rebajar los costes para su conservación o evitar las transfusiones contaminadas.
"Se tiende a pensar que cuando uno necesite una transfusión siempre tendrá sangre disponible, pero la verdad es que el personal médico vive permanentemente preocupado por el suministro", cuenta a Efe el presidente de Megakaryon, Genjiro Miwa, en la oficina que la compañía tiene en el Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Tokio.
Miwa pretende que para el año 2020 Megakaryon fabrique en serie -a partir de material genético
que puede conservarse congelado por tiempo ilimitado- concentrados de plaquetas
y espera que en el futuro la empresa pueda hacer lo mismo con otras células sanguíneas.
Sangre producida artificialmente in vitro. Así de sencilla suena la fórmula que propone una empresa nipona
cuyo revolucionario proyecto busca paliar la escasez de los bancos de donantes de sangre,
rebajar los costes para su conservación o evitar las transfusiones contaminadas.
"Se tiende a pensar que cuando uno necesite una transfusión siempre tendrá sangre disponible,
pero la verdad es que el personal médico vive permanentemente preocupado por el suministro",
cuenta a Efe el presidente de Megakaryon, Genjiro Miwa, en la oficina que la compañía tiene
en el Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Tokio.
Por medio de métodos descubiertos hace casi una década que permiten generar plaquetas o glóbulos rojos
a partir de células madre iPS, la empresa trabaja ahora con corporaciones del sector farmacéutico
o químico o la Universidad de Harvard de cara a refinar un sistema de producción industrial rentable.
La idea es poder comenzar a suministrar de aquí a cuatro años productos basados en plaquetas
sin necesidad de donaciones, base del actual modelo global de transfusiones. Este sistema,
en vigor desde que el austríaco Karl Landsteiner descubriera los tipos sanguíneos por antígenos en 1900,
presenta desde entonces tres grandes problemas, empezando por el del suministro estable.
Puesto que plaquetas y glóbulos rojos solo pueden sobrevivir almacenados un máximo de 5 y 42 días,
respectivamente, el flujo continuo de donaciones es actualmente la única manera de mantener
los bancos abastecidos.
A esto se añade el que los más jóvenes dispensan la mayor parte de la sangre y que los mayores
son el grupo que más la consume, por lo que en los países más desarrollados, con sociedades más envejecidas,
el suministro tiende a disminuir.
De hecho, la empresa calcula que a este ritmo para 2027 faltarán unos 850.000 donantes para cubrir la demanda
mundial.
El segundo inconveniente son los altos costes que tienen los métodos para preservar la sangre así como
las pruebas que certifican que esta libre de enfermedades y que su calidad es apta para la donación,
una traba más acuciante en estados pobres y en desarrollo que conduce al tercer gran problema: la contaminación de muestras.
A esto último se suma la pujanza del mercado negro de transfusiones sanguíneas, que ha alcanzado enormes
dimensiones y acarreado desastrosas consecuencias en regiones con enormes poblaciones
y escasez de bancos como China, India o el África subsahariana.
Megakaryon se originó en 2008 cuando Miwa, economista con una dilatada experiencia en el sector químico,
se topó en una reunión de antiguos alumnos de instituto con el profesor Hiromitsu Nakauchi, excompañero
de clase suyo convertido en un reputado genetista de la Universidad de Tokio.
Nakauchi le contó que había logrado crear megacariocitos -que son la base celular de las plaquetas
sanguíneas- y glóbulos rojos a partir de células de pluripotencia inducida (iPS).
Las iPS son células maduras -y se obtienen, por ejemplo, de una muestra de piel- que al ser reprogramadas
pueden convertirse en cualquier tipo de célula.
Pese a lo prometedor de la idea, el doctor le explicó a su amigo que para que las transfusiones de sangre
artificial se convirtieran en realidad a medio plazo sería imprescindible el ímpetu de la iniciativa privada.
"Me dijo 'has estado en consejos de administración toda tu vida y ya ves el daño que provocan
(la quiebra de Lehmann Brothers acababa de precipitar el inicio de la crisis global). Ahora te toca hacer algo
bueno por los demás'. Me convenció de pleno", recuerda sonriente Miwa.
Un año después constituyó la empresa Icell para hacerse con las patentes de los descubrimientos de Nakauchi
que habían quedado en manos de la Universidad de Tokio y en 2011 se fundó Megakaryon -cuyo nombre
viene de megacariocito- como subsidiaria.
La iniciativa enseguida llamó la atención del ejército de los Estados Unidos, que se ofreció a financiarla,
pero Miwa y los suyos desecharon la opción porque no quisieron que "se convirtiera en un proyecto militar".
Finalmente en 2013 la empresa logró un paquete de financiación clave por parte de la Corporación de
Redes de Innovación de Japón (INCJ), un fondo público-privado en el que participan una veintena
de grandes empresas como Toshiba, Sharp o la farmacéutica Takeda.
Megakaryon espera ahora que "la segunda revolución de las transfusiones", como la llama, siga avanzando
después de 2020 con un suministro cada vez más perfeccionado.
La idea en este sentido es ofrecer en el futuro productos específicos para aquellos que requieren
transfusiones continuas -como los pacientes de radio o quimioterapia- y tienen grupos "raros" de antígenos
leucocitarios humanos (HLA) que les impiden encontrar fácilmente transfusiones compatibles.
Leer más: Sangre artificial, solución nipona para el suministro global de transfusiones
http://www.larazon.es/atusalud/salud/sangre-artificial-solucion-nipona-para-el-suministro-global-
de-transfusiones-GC13332859?sky=Sky-Agosto-2016#Ttt1BrEmBdmg8uJG
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